Peligro: «Lunares». Al margen de la presunción estética de estos accidentes cutáneos, los dermatólogos han advertido que la aparición de lunares por los efectos nocivos del sol y relacionada con la actividad que se haya desarrollado al aire libre desde la infancia, es en la actualidad entre tres y cuatro veces mayor que hace cincuenta años.
También recuerdan estos especialistas que, en contra de lo que algunas personas piensan, los rayos solares no sólo afectan a nuestra piel cuando estamos en la playa o en las piscinas, también pueden atacarnos durante un simple paseo o durante la práctica de deportes al aire libre. Para evitar los efectos nocivos del sol, el presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología, Julián Conejo-Mir, subraya la importancia de usar, no sólo fotoprotección, sino también ropa adecuada como gorros o camisetas de colores claros, que tienen el mismo efecto que un protector solar de índice bajo.
También ayuda desprenderse lo antes posible las prendas húmedas, pues el reflejo de la radiación solar es distinta en función de la superficie sobre la que se proyecte, llegando a ser del cien por cien sobre el agua -del 80 por ciento a un metro de profundidad- y del 90 por ciento sobre la nieve. La mayor parte de la población no acude al médico cuando detecta cambios en sus lunares, aunque muchas personas sean capaces de detectar de forma precoz su transformación en el peligroso melanoma, una forma de cáncer que cada vez mata menos porque los doctores los tratan más precozmente que antaño. El melanoma, o cáncer de piel, supone el 3 por ciento del conjunto de tumores malignos y su tratamiento en sus fases iniciales es la cirugía.
La prevención es el método más aconsejable para evitar disgustos posteriores, pues nadie esta a salvo de una alteración cutánea. Estudios recientes consideran que cuatro de cada diez personas que han sufrido más de tres Melanomas Primarios Múltiples (MPM) tienen una alteración genética que se puede dar también en su familia. Los investigadores han comprobado que cuanto más melanomas se tienen más predisposición genética existe y, por ello, los familiares de estas personas deberían entrar en un programa de diagnóstico precoz para detectar el melanoma cuando es operable y curable.
El procedimiento para detectar la existencia del tumor maligno en la piel se denomina dermatoscopia y consiste en el empleo de una luz polarizada que permite distinguir los lunares sospechosos de ser un melanoma de los que son banales. El lunar es amplificado a través de una lente en una pantalla hasta 400 veces su tamaño a fin de detectar, mediante un sistema de cómputo, si existen irregularidades en forma y color.