Alimentos funcionales, su rol en la alimentación
Para que un alimento sea considerado funcional debe demostrar que realmente contribuye a mejorar el estado de salud y bienestar. Esto puede medirse a través de un efecto benéfico sobre alguna función del organismo más allá de los efectos nutricionales habituales o la reducción del riesgo de desarrollar alguna enfermedad.
Los alimentos funcionales pueden ser naturales o procesados y deben demostrar sus bondades en las cantidades que normalmente incorporamos a través de nuestra alimentación.
TIPOS DE ALIMENTOS FUNCIONALES
Se reconocen cinco grupos de propiedades y biomarcadores asociados a los beneficios de los alimentos funcionales.
Crecimiento, desarrollo y diferenciación: Enriquecimiento con nutrientes en la alimentación materna para la prevención de anomalías fetales como el ácido fólico, yodo, ácidos grasos esenciales, calcio y vitamina D.
Regulación de procesos metabólicos: Principios activos o alimentos que modulen la sensibilidad del receptor de insulina, almidones modificados para disminuir el índice de glucosa, fibras viscosas para el aumento de la saciedad (diabetes, obesidad, resistencia a la insulina)
Defensa ante las agresiones oxidativas: Principios activos con actividad antioxidante, tales como las vitaminas A, E, C, zinc, selenio y fitoquímicos.
Sistema cardiovascular: Principios que actúan sobre el riesgo cardiovascular, incluyendo Ácidos grasos Omega_ 3, algunos de los antioxidantes ya mencionados, fibra soluble, fitoesteroles y otros.
Función Digestiva: Alimentos que modulan la flora intestinal, tanto por la incorporación de prebióticos, probióticos o ambos. Estos podrían modificar no sólo la función de absorción o la motilidad, sino tanbien interactuar con el sistema inmunológico asociado a la mucosa. Se incluyen también en este grupo otros principios que mejoran la biodisponibilidad o utilización de los nutrientes de la dieta o disminuyan el riesgo de cáncer de colon.